!...Decían que eran sabios, pero se hicieron tontos...! (Romanos 1:22)
Es indudable el avance científico y tecnológico que la humanidad ha obtenido en los últimos 100 años. Hace poco escuché que para poder leer lo que los científicos publican en un día, nos tomaría cinco años de nuestra vida. ¡Eso es demasiado!
Sin embargo, más allá de todo este inmenso cúmulo de conocimientos, me pregunto si no estamos olvidando lo que realmente es esencial y da significado a nuestra vida.
Uno de los personajes más poderosos de la historia anitgua, el rey Salomón, hizo la siguiente declaración:
"Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo. Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos.
Cultivé mis propios huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales.
Construí represas de agua para regar los árboles plantados; compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén.
Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.
Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba.
Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.
Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo." (Eclesiastés 2:3-11)
¡Increible! ¿Cómo es posible que un hombre que tuvo todos los recursos y posibilidades para ser feliz, haya puesto en la balanza sus logros y haya concluido que no tiene nada de valor en su existencia?
¿Qué es lo que hace falta en el corazón del ser humano que no lo puede llenar ningún bien que poseamos en este mundo? ¡Ubicar a Dios en el centro de nuestra vida!
Observe lo que dice el apóstol Pablo: "Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras..." (Romanos 1:21. El énfasis es mío).
El honor no solamente es la base de todas nuestras relaciones terrenales, sino que también es la esencia de nuestra relación con Dios.
En su libro "El Amor es una Decisión", Gary Smalley y John Trent comentan acerca del honor: "Cuando honramos a una persona en particular estamos diciendo que en efecto lo que esa persona es y lo que dice, tiene mucho peso para nosotros. A nuestros ojos tiene un tremendo valor. Exactamente lo contrario sucede cuando la deshoramos. En efecto, mediante nuestras afirmaciones o mediante nuestros actos estamos diciendo que sus palabras o acciones tienen poco valor o peso para nosotros."
¿Es el honor un elemento esencial y visible en tu relación con Dios y las demás personas? ¿Es tu estilo de vida una muestra de que honras a Dios?
Si hoy hicieses un inventario de tus posesiones, éxitos y avances que has obtenido, como lo hizo el rey Salomón, ¿A qué conclusión llegarías? Recuerda, el disfrute de los deleites de la vida y de los triunfos alcanzados no garantizan la satisfacción y la felicidad.
En lo que se ha llamado "El Himno al Amor", el apóstol Pablo escribe: "...la ciencia se acabará." (1 Corintios 13:8). Cuando todo haya pasado; cuando las posesiones, el conocimiento y los éxitos se hayan desvanecido, lo esencial y lo que permanecerá será una vida de honor que hayamos dedicado a Dios.