¡A veces oímos, pero no escuchamos! Escuchar es prestar atención
a lo que se oye. A eso es a lo que se refería Jesús cuando , al finalizar
alguno de sus discursos, exclamaba: ¡el que tiene oídos para oír, oiga! Me
gusta como lo expresa la versión Nueva Traducción Viviente: “Todo el que tenga oídos para oír, que
escuche y entienda” (Mateo 13:9). Esta es una expresión que va más allá
de la comprensión de lo que se oye: requiere acción, práctica. Pareciera que mucha
gente tiene este problema: oye , pero no se pone en acción para practicar lo
aprendido. ¿Cómo esperamos mejorar en las áreas débiles de nuestra vida si no
aplicamos los nuevos valores, principios, estrategias o recomendaciones que oímos?
¿Deseas ser mejor persona, hijo(a), padre, madre, esposo(a), empleado(a), dueño
de negocio, estudiante, etc.? Será necesario dar un paso más allá que solamente
oír. Mucha gente que he atendido en consejería sabe lo que tiene que hacer para
mejorar su vida y sus relaciones interpersonales; sabe qué debería hacer para
alcanzar sus objetivos; sabe cómo trabajar para alcanzar nuevos niveles de
madurez en la vida cristiana, pero no aplican lo que saben; no lo ponen en
práctica. Santiago escribió a sus lectores cristianos: “Pero no basta con oír
el mensaje; hay que ponerlo en
práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos”.
(Santiago 1:22 DHH). Justo de esto es de lo que Jesús quiere salvarnos: de que,
al no poner en práctica sus enseñanzas en nuestras vidas, nos engañemos a
nosotros mismos y acabemos en la ruina. ¿Qué vas a hacer? “Todo el que tenga oídos para oír, que
escuche y entienda”.