viernes, 2 de septiembre de 2016

¿INFIELES, DESLEALES?



"Que el fiel amor y la lealtad nunca te abandonen. Átalos a tu cuello, escríbelos en tu corazón..." (Proverbios 3:3 PDT)

¡Cuántos problemas tenemos en nuestras relaciones personales, laborales y ministeriales porque no entendemos, ni aplicamos los valores de la fidelidad y lealtad! Para el escritor del libro de Proverbios, el sabio tiene, no sólo como cualidades, sino como valores esenciales en su vida la fidelidad y la lealtad. ¿Por qué fallamos en aplicar estas virtudes que Dios espera ver en sus hijos con tanta frecuencia? Antes de responder esta pregunta es necesario establecer una verdad fundamental: SIEMPRE SEREMOS FIELES Y/O LEALES A ALGUIEN O A ALGO. No es necesario que conozcamos el significado etimológico de estos términos para comprenderlos y ponerlos en práctica. Conozco a mucha gente que tiene poca o ninguna instrucción académica y son las personas más incondicionales en cuanto a fidelidad y lealtad; así como también he conocido personas con mucha instrucción y preparación y son infieles y desleales. Mi punto es que la gente no es infiel o desleal por ignorancia académica. Sin embargo, una razón que viene a mi mente es que no somos fieles o leales porque somos inconstantes en nuestros propios principios y valores. Por ejemplo: cuando alguien te dice que robar no es malo cuando se hace por hambre, ¿estás de acuerdo? Otra pregunta interesante sería: ¿Cuál es el Dios verdadero? Para muchos no sería difícil responder esta pregunta, no obstante, cuando confrontaron a los israelitas con dicha interrogante, se quedaron callados. ¿Por qué? Porque dudaban en sus convicciones y principios más elementales (1 Reyes 18:21). En la carta escrita por Santiago encontramos una declaración impactante acerca de los que dudan: “...El que duda es como una ola del mar que el viento se lleva de un lado a otro. No sabe lo que quiere, por lo tanto no debe esperar nada del Señor, pues el que duda es inestable en todo lo que hace.” (Santiago 1:6-8 PDT). Te pregunto: ¿Eres una persona que, no sólo sabe cuáles son sus principios y convicciones, sino que los mantiene inconmovibles ante quién sea y lo que sea? Los que dudan en sus principios y valores siempre verán comprometidas su fidelidad y lealtad.
Reflexionando un poco más sobre la infidelidad y la deslealtad, encuentro que hay gente que es infiel y/o desleal porque es egoísta. Este tipo de persona pretenderá ser fiel y leal sólo a sus propios intereses. Puede que sea parte de un equipo, grupo u organización, pero su objetivo no será el beneficio del colectivo sino el personal. Por ejemplo: La fidelidad y lealtad de Eva hacia sí misma se sobrepuso a la fidelidad y lealtad a Dios y a su esposo cuando estuvo frente al fruto prohibido. Rebeca, la esposa de Isaac, puso en primer lugar sus propios intereses en vez de ser fiel y leal al mandato divino; por eso, engañó a su esposo para que bendijera a su hijo preferido (Jacob). E igualmente, Acán pensó sólo en sí mismo cuando decidió quedarse con parte de lo que había sido declarado como maldito y que debía ser destruido. Todos ellos terminaron siendo fieles a sí mismos porque su corazón estaba dominado por el egoísmo.
Finalmente, hay gente que es infiel y/o desleal porque decide serlo. A pesar de que saben lo que deben hacer, deliberadamente, escogen herir y hacer sufrir, siendo infieles y desleales. Por ejemplo: El apóstol Pablo le deja claro a sus lectores romanos que el ser humano ha decidido darle la espalda a Dios a pesar de que han visto su poder y su gloria a través de la creación. El apóstol les escribe: "...Aunque los seres humanos conocían a Dios, no lo respetaron como él merece ni le dieron gracias. Terminaron pensando bobadas y se cerraron al entendimiento. Se creían sabios, pero sólo eran unos tontos..." (Romanos 1:21-22 PDT). Quiero decirte que si el ser humano es capaz de hacer esto con Dios, también lo puede hacer con su prójimo.
El meollo del problema de infidelidad y deslealtad se centra, entonces, en el corazón de cada individuo que, a sabiendas, decide serlo; que conscientemente antepone sus propios intereses en vez de pensar en su prójimo; y que vacila en pasar por el filtro de principios firmes su conducta y acciones.
Ahora bien, necesitamos ir un poco más allá en esta reflexión sobre la infidelidad y la deslealtad. No basta con reconocer dónde estamos, es imperativo asumir los cambios que nos llevarán a mejorar en las áreas débiles y a rectificar cuando sea pertinente, pues como mencioné al principio, muchos de los problemas en nuestras relaciones, a todos los niveles, tienen su origen en la infidelidad y la deslealtad. Por lo tanto, asume el reto de dejar de ser inconstante en tus convicciones y principios. Sé capaz de permanecer inconmovible en tus principios aun ante lo peor, así como lo hizo el apóstol Pablo ante las amenazas de muerte: "Mas yo sé en quién he creído". Recuerda que en la rutina diaria de tu vida encontrarás trampas y emboscadas que te tentarán a abandonar tus convicciones, pero es allí cuando debes confesar con plena certidumbre: "yo sé... y estoy seguro". De igual manera, debemos ejercitarnos en amar a nuestro prójimo e interesarnos genuinamente en sus necesidades en vez de pensar sólo en las nuestras. La recomendación de Pablo a los filipenses fue la siguiente: "...No hagan nada por rivalidad ni orgullo. Sean humildes y cada uno considere a los demás como más importantes que sí mismo. Que cada uno no busque sólo su propio bien, sino el de los demás" (Filipenses 2:3-4 PDT). Permíteme recalcar en la palabra EJERCÍTATE. Amar al prójimo e interesarse en él requiere de un ejercicio cotidiano para lograr el hábito en nuestra vida.
Por último, si te has dado cuenta que en tu corazón hay egoísmo y pecado de infidelidad y deslealtad, puedes venir ante el Señor y decirle como el salmista David: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí" (Salmo 51:10 NTV). Recuerda que "el que encubre su pecado no prosperará, pero el que lo confiesa y se aparta  alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13).

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